"CRIATURAS ABISALES" Tercera exposición individual del artista plástico Vladimir Velázquez, en la Universidad APEC.

 Noche de apertura de la muestra del artista plástico Vladimir Velázquez, palabras de bienvenida de parte del artista Alberto Bass y   el arquitecto César Iván Feris Iglesias Presidente de APEC  Cultural.


 Vladimir Velázquez dice unas palabras.








 Mia Nazira Saint Hilarie, Maya Velázquez Freixas, Paloma Velázquez Freixas y Sonia Tabar.

                            Vladimir Velázquez, Blanca Delgado Malagón y Arístides Inchaustegui
                                             
 Vladimir Velázquez y la Licenciada  Ruth Herrera






 La artista y crítico de arte Mirna Guerrero, el músico Francoise Bauhaud y César Iván Feris Iglesias.


                                                 Los artistas Federico Cuello y Edison Montero

                                 Paloma Velázquez Freixas, Fernando Cid Tio y Maya Velázquez.


                                                  Vladimir Velázquez y Carlos Sangiovani





 El artista plástico Eduardo Rodríguez, Pedro Céspedes, Vladimir Velázquez y Manuel Montilla.



                                                          Los artistas plásticos Edison Montero y Julián Amado


                       Los artistas plásticos Federico Cuello, Mayobanex Vargas y Osiris Gómez





 El Licenciado Élvis Soto subdirector de la Biblioteca Juan Pablo Duarte  del Banco Central.




 Vladimir Velázquez conversa con el filósofo y profesor de estética Fidel Munnig


                                                      Vladimir Velázquez y Edison Montero





El músico chelista Francois Bauhaud , Oneida Abreu, el artista plástico Alberto Bass, el maestro Manuel Montilla, Vladimir Velázquez, César Iván Feris Iglesias y Natividad Abad.

                    El maestro Julián Amado y  el profesor y artista  Luis Alberto Rodríguez Santos.



 El maestro Julián Amado Ortiz, el artista Vladimir Velázquez, la artista Verouschka Freixas y Maya Velázquez Freixas y Paloma Velázquez Freixas.


 





      Palabras de apertura de la exposición: “Criaturas abisales”.

       1ro de Octubre 2015, salones de APEC Cultural.

                                                                                                          Por Vladimir Velázquez.

            Amables damas y caballeros, muy buenas noches.
           
            Antes de entrar en materia quiero agradecerles muy cordialmente a todos ustedes por estar aquí presentes.  Primero deseo agradecer a Dios que es quien posibilita todas las cosas; quiero agradecer también a mi familia en nombre de mi esposa Verouschka Freixas, a mis dos hijas Maya y Paloma y de mi madre María por todo el apoyo y el amor que me han brindado para realizar mis proyectos y ser quien les habla mejor persona; y siempre agradecer, en la gloria esté, el alma de mi amado padre Miguel Ángel Velázquez Mainardi, memoria que siempre venero y que  ha sido y será mi modelo personal  a seguir.

            Quienes me han antecedido en la palabra, los buenos amigos César Iván Feris Iglesias y Alberto Bass, hablaron muy elogiosamente, mucho más de lo que creo merecido por mi obra artística y mi persona (quizás se deba por el entrañable cariño y respeto de la amistad que hacia mí profesan), y creo que no sería justo para ustedes el seguir escuchando, por parte mía, una larga perorata que explique lo que uno se propuso hacer de su trabajo como creador, primero porque soy de los que considera que la obra artística, si posee algún valor, es ella misma la que debe justificarse, y en segundo lugar, porque al ser quien les habla, el que las concibió y trabajó hasta darle terminación, caería  en el juicio de valor distorsionado que solemos tener la mayoría de los padres para con nuestros propios hijos, esto es, o de valorarlos con la más absoluta indulgencia, o por el contrario, tener las más profundas reservas críticas y  de rechazo hacia ellos, por lo que hacerse un juicio objetivo sobre la propia labor se torna bastante cuesta arriba.

             Por tanto, es preferible que tal como solemos hacer con nuestros hijos cuando estos llegan a la adultez y están educados y logran emanciparse, que ellos mismos, los hijos, sean los que busquen enrumbar sus propios destinos y justificarse ante la vida, no nosotros los padres, ya que, parangonándolo con el arte, por más palabras e ideas que se viertan para tratar de potabilizar y, por tanto, explicar la propia labor, hay, esto sí, un principio incuestionable que demuele cualquier tentativa en ese tenor que además no escapa a cualquier consideración ajena de lo estrictamente estético, esto es: “lo que es bueno es bueno, y lo que es malo, malo”.

            Sin embargo, amable público, me gustaría expresar ante el presente auditorio y con la oportunidad que me brinda esta importante institución, APEC Cultural, en el marco de esta exposición individual, el poder conversar sobre algunas aspectos importantes frente a los jóvenes aquí presentes –para mí la parte esencial hacia quienes va dirigida esta muestra- y cuya vocación, no me cabe la menor duda, son las artes visuales, y es que independientemente se expresen ustedes en el lenguaje, la técnica y el modo que fuere, ustedes jóvenes, tienen el enorme y sagrado compromiso de ser testigos de su tiempo, lugar de origen y circunstancia, y esto no lo digo para que se limiten como creadores a fin de convertirse necesariamente en críticos o denunciantes de las injusticias sociales, políticas o humanitarias a través de su obra, no; porque sé muy bien que la primera y más importante labor del artista, con la que nunca se debe transigir sobre todas las cosas, es la de hacer una obra que esté bien hecha, que sea irreprochable desde el punto de vista estético, en la que haya un compromiso fundamental y exclusivo con la calidad, ya que para todo lo demás, bien lo sé, está el documento histórico y la prensa en sus más variadas manifestaciones, contando por supuesto con las redes sociales; empero, y esto no es menos cierto, y es que cuando el artista se convierte en un testigo de su tiempo y sabe expresar de manera vívida todo cuanto le acontece a su alrededor, se cristaliza ese principio, creo que axiomático, el cual se le atribuye al gran novelista ruso León Tolstoy, el cual reza: “describe tu aldea, y hablarás del mundo”.

            No es un secreto para nadie que hoy día vivimos momentos aciagos, de suma dificultad para una civilización que se desmorona a ojos vista, en donde los engranajes de la maquinaria devoradora de hombres ha sido sustituida por modos aún más eficaces y sutiles de productividad en detrimento de nosotros, en un aislamiento cuasi solipsista de enajenación devoradora de voluntades y creadora de necesidades espúreas, en donde los cambios abruptos en la manera de ser y de pensar, aunado a la carencia total de utopías e ideales para tratar de crear un mundo mejor y más justo, libre de las lacras que siempre han lastrado a la humanidad, es decir, de la pobreza, la enfermedad, el hambre, la guerra, la ignorancia, entre muchas, nos han llevado por un camino sin salida que afirma la muerte de Dios (no la idea nietzcheana expresada en el fin de los dioses en pro del hombre superior o super hombre que ayuda con su sabiduría a trascender a la humanidad), sino la muerte de todo valor que como género nos ha posibilitado sobrevivir a  mil y una calamidades, pero que hoy, con la muerte de Dios o los dioses que tutelaban nuestro destino, decidimos matarlo para entronizar uno nuevo en el más alto vértice de la pirámide de la idolatría humana y que tan acertadamente denominó Giovanni Papini, como la hez del diablo: “El dinero”; dios que está llevando a toda la civilización planetaria, conjuntamente con toda la naturaleza a un progresivo proceso de aniquilación para el cual no existe vuelta atrás, en donde los cuantiosos recursos e intereses de una minoría voraz e insaciable, mantiene en jaque a las grandes mayorías hambreadas y depauperadas de todo el orbe.  

            Porque si bien es cierto, tal como han esgrimido innumerables pensadores e intelectuales de fuste en que plantean que nunca antes en la historia de la civilización humana no se había gozado de tanto bienestar, confort y una calidad de vida que era privativa en tiempos pasados únicamente por los miembros de la nobleza y los grandes comerciantes y banqueros del Renacimiento, por ejemplo, no es menos cierto que los hechos que están ocurriendo en numerosas partes del mundo así lo desmienten: Ahí está la enorme masa de refugiados por el hambre, la miseria  y la guerra que recalan en la rica y opulenta Europa occidental de sus países de origen: Siria y todo el medio oriente, Asia, África, etc., ahora mismo frenados porque no desean más gente que pueda desestabilizar el status quo de dichas naciones civilizadas y opulentas; siendo por igual nosotros testigos de primera fila de la llamada “desaceleración” de las grandes economías debido a ingentes factores socio-políticos complejísimos que, día a día, afectan a millones de personas que habían adoptado a pies juntillas falaces recetas sobre economía de mercado sin regulación (el neoliberalismo o capitalismo salvaje), y las cuales supuestamente iban a beneficiar la denominada movilidad social de las clases más vulnerables a un estado superior de bienestar y consumo, y que al alcanzar “supuesta” movilidad, de manera alarmante ven que sus progresos, cual Sísifo y su fatal piedra, van directo, vía caída libre por al despeñadero de la miseria y la banca rota, con la subsecuente frustración y peligro de cruentos estallidos sociales (véase lo que ha conllevado el desastre de la burbuja bursátil de Wall Street en 2008, en donde no ha habido, que yo  sepa, ni una sola sanción judicial a sus responsables o un solo preso, con el subsiguiente descalabro de muchas economías de países del primer mundo y de los países emergentes, como ahora está sucediendo con ese gigante que es Brasil).

            Estamos siendo más que testigos y espectadores de primera fila, verdaderos actores del desastre medioambiental que nuestra civilización hipertecnologizada e  hiperconectada, dizque “postindustrial” ha generado (porque no llego a entender ese término, cuando necesariamente hay que extraer todavía las materias primas para posteriormente transformarlas en herramientas de uso: un carro, un avión, un chip, etc., y al perder su vida útil como herramienta tecnológica, lo que no puede ser reutilizado, pasa a ser desechado en cualquier territorio-basurero del mal llamado tercer mundo); a eso se añade los controles y protocolos que pocas veces o nunca se cumplen, como el de las emisiones de CO2 que destruyen la capa de ozono, lo que ha provocado un hoyo tan grande del tamaño de América del norte y por donde se filtran los nefastos rayos ultravioletas, responsables directos del llamado efecto invernadero.  Si a ello le sumamos la cacería indiscriminada de cetáceos por parte de países desarrollados dizque con tradición ballenera (Japón, Dinamarca, Canadá, Rusia, etc.) los cuales han diezmado cientos miles, tal vez millones de ejemplares y han puesto a esta especie al borde de la extinció;, o lo que es una preocupación constante por catastrófica debido su extrema vulnerabilidad como lo son la contaminación y desecación de las fuentes hídricas de agua potable (lo que está generando a muy corto plazo, según el escritor Ignacio Ramonet, las guerras del presente siglo), ya sea por la tala indiscriminada del bosque húmedo y la selva tropical, o el uso de los acuíferos como base para la minería a gran escala, actividad esta que, a la postre, cuando las grandes empresas y el puñado de socios locales de los países en donde se establecen sacan sus pingües beneficios económicos, sólo dejan miseria y muerte en los lugares en donde se asentaron sus complejos mineros, y en donde la naturaleza jamás vuelve a ser lo que una vez fue, nos percatamos de lo cerca que estamos de las puertas del averno (y ojo avizor, amable público, con loma Miranda porque nos quieren coger a todos de pendejos).

            Si a este cúmulo de despropósitos le agregamos, para poner la tapa al pomo, el del fanatismo religioso, principalmente de un Islam exacerbado y fuera de control debido a la miopía de cómo un occidente se dejó liderar torpemente hacia problemas regionales que pudieron subsanarse con un empleo más efectivo  de la diplomacia y las negociaciones, y que sin embargo se trataron de la manera más medalaganaria, arrogantemente compulsiva  y carente tino a la que nos acostumbraron las películas de cowboys y sus incursiones en el salvaje lejano oeste, en donde la ley del más fuerte se impone a base de extorsión, linchamientos, sangre y mucho fuego, entonces es que nos percatamos del porqué vuelve a perfilarse un suceso anacrónico o quizás, para llamarlo de alguna manera, “neo-medieval”, con nuevas cruzadas de sangre y de odio y un Estado Islámico (el EI o ISIS en sus siglas en inglés) de reciente factura y que se está estructurando como un gran califato, con todo y decapitaciones masivas en pleno siglo XXI, en donde ahora el “infiel occidente” es el terreno de lucha para una gran Jihad o guerra santa: hechos de barbarie que horripilarán con igual o mayor intensidad que el fatídico 11 de septiembre.

              A ello hay que agregar como poderoso ingrediente el descreimiento y falta de fe del quehacer político en todas sus manifestaciones en la vida ciudadana, principalmente en países como los nuestros, los denominados en vías de desarrollo, en donde las promesas de campaña rara vez se ven materializadas y el dinero público, el de ustedes y de quien les habla, es usufructuado para los caprichos y los gustos de los mandatarios y gobiernos de turno, mientras las eternas necesidades básicas de nuestros pueblos, esto es, de un trabajo digno, de salud y educación universales, se alejan de la vista de los mortales como un vívido espejismo en el desierto, y se convierten per sécula seculorum, en simples eslóganes de campaña para captar  más y más incautos.

            No voy a seguir enumerándoles las casi infinitas cosas que todos conocemos perfectamente al dedillo, no; simplemente deseo decirles a todos ustedes amable público, particularmente a ustedes jóvenes, a los artistas que se están formando y recién comienzan sus carreras, que con todo este material en las manos, el cual desde luego es inconmensurablemente mucho más extenso, pueden, si así lo desean,  expresarlo todo, y por supuesto con el rigor de la belleza que es característico del lenguaje poético de la plástica, brindar un testimonio trascendente de la vida  y el mundo, sin tener que recurrir a todas esas banales y absurdas modas foráneas de los ismos y  la transculturación que tanto daño le han infligido al arte dominicano a través de sus agentes de penetración imperial, porque si bien es cierto que cualquier tema es sólo la excusa para pintar, dibujar, modelar o esculpir, grabar o fotografiar una pieza visual, no es menos cierto que el arte tiene una facultad exaltativa de incontenible poder social y psicológico que puede liberar a los individuos y a los pueblos, quitando trabas de la mente humana y hermanándonos a todos nosotros como una raza de seres sintientes y pensantes que buscan trascender su leve crisálida espacio-temporal, para así remontarnos más allá de las estrellas y cuyo límite último es nuestra propia imaginación.


                                                           Muchas gracias.

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