De bienales e instalaciones / Fernando Casanova

 
De bienales e instalaciones / Fernando Casanova


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19 DE OCT 2011 12:00 AM
Periódico El Caribe, 19 de octubre 2011
Mary Shelley creó Frankenstein a partir de una idea puesta de moda por los románticos, de que la ciencia terminaría aborreciéndose a sí misma. En un reclamo del gólem le enrostra que “Tú, mi creador, quisieras destruirme y lo llamarías triunfar.”  Algo así sucede con quienes insisten en presentar combinaciones de tonterías con ínfulas de contra-arte.

En la historia del arte siempre ha habido confrontaciones llevadas hasta extremos sobre qué es arte y qué no. Cuestionamientos argumentales y filosóficos del significado del arte.

En RD nos hemos estancado en las instalaciones. Para muestra de lo lejos que se ha llegado, por la cobardía de no llamar las cosas por su nombre, podemos ver la obra ganadora del Gran Premio en la última Bienal de Santo Domingo. Aquello es un esperpento que uno se pregunta si los miembros del jurado comprarían una obra así con dinero de sus bolsillos. Premiarla y pagarla con dinero de otro, del Estado, queda muy rompedor y quienes premian eso se pueden creer que los vemos como gentes muy cultas, sensibles e inteligentes.

Hace ya muchísimo tiempo, Marcel Duchamp creó los -ready made-, aquello era parte de un concepto entre surrealismo y dadaísmo en el cual se intentaba un tratamiento de shock al concepto de arte de aquella época. Pero continuar con lo mismo ya no es repetitivo ni aburrido, es oligofrénico. No se trata de no crear y experimentar cosas nuevas, que son parte de la riqueza de la cultura, sino que la continua repetición de lo mismo es casi endogámica. Quienes tratan de hacer ruido con el arte lo que están es enmudeciéndolo con tantas repeticiones de lo mismo. 

Nunca había sido tan ruidoso el silencioso arte de la pintura como en el siglo XX. Picasso, Dalí, Duchamp, Bretón y todo el concierto de artistas rompedores que hicieron un renacer de la libertad en la creación, pero la tautología de sí mismo en versiones pobres no es buena noticia. Lo que fue un llamado a repensar se ha convertido en inmovilismo. Un síntoma del daño que se le está haciendo a la creación con la premiación de los mismos bodrios todos los años es el hecho de que en la pasada Bienal no hubo propuesta en la categoría de escultura.

Y es que es duro para un escultor, que tiene que hacer un diseño en dibujo, moldear, a veces dar color, trabajar muchísimo en detalles y luego invertir dinero en materiales nobles, que ni siquiera le pongan atención a su trabajo porque lo que queda bonito es ser un jurado que selecciona instalaciones de objetos desechables, imposibles de coleccionar, ni de generar ideas, sentimientos o admiración.

El autor es abogado
casanovafernando@gmail.com


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